sábado, 22 de septiembre de 2007

Golpe de práctica a la evaluación teórica.

“Evaluación, juicio educativo y calificación que se da sobre una persona o situación basándose en una evidencia constatable”.
(Esta definición extractada de un diccionario explica claramente lo que es una prueba o examen.)

Como ya hemos visto en nuestra querida “Aula Mater” el papel aguanta demasiada tinta, pero la práctica no recibe con los brazos abiertos las teorías y elucubraciones echas por investigadores y teóricos expertos en el tema evaluativo. A través de los años evidenciamos un cambio en el fin de la evaluación, pasamos de evaluar el juicio a tratar de darle un enfoque de medición precisa de determinados objetivos educacionales.
Los estudiantes han vivido cambios en la forma y el fondo con el que se los evalúa, en los 60` se centraba en normas que buscaban evaluar el comportamiento de los alumnos en un grupo. En los 80` nos centramos en los criterios que buscaba evaluar el logro personal respecto a un objetivo anteriormente previsto. Hoy…se busca centrar la evaluación en la construcción de conocimientos, donde el estudiante es evaluado de forma personal respecto de un proceso significativo de enseñanza-aprendizaje, buscando vislumbrar el grado de apropiación de conocimientos…en teoría más que en la práctica.

Como lo vimos anteriormente la preocupación de todos los sectores políticos por la educación no se traduce en un aporte significativo a la práctica educativa, si bien es cierto se ha avanzado mucho en términos de infraestructura material, en términos de acceso y permanencia, en términos de buscar la equidad y la calidad, aún caemos en el error de concebir a la educación como un todo único y además centralizado, nos construyeron una gran reforma educacional que no contempló las características de los contextos educativos del país, no es lo mismo educar en el campo que en la ciudad, no es lo mismo hacerlo en Santiago que en Visviri o en Magallanes, como vemos hay un distanciamiento claro entre práctica y teoría, el proceso de enseñanza aprendizaje no es uniforme en todas las aulas donde se aplique.
Ahora bien la evaluación no corre una suerte distinta solo que en esta caso la brecha es mucho más amplia porque los nuevos enfoques vienen vislumbrándose desde el ochenta en adelante, el aula es el mundo donde conviven estudiantes y profesores en la evaluación ambos actores comparten roles muy importantes, es cierto que la evaluación tipo prueba o examen esta arraigada en lo profundo del quehacer docente, es cierto que a través de ella se clasifica a los estudiantes, es cierto que muchas veces se utiliza como un medio de control y de poder dentro del aula, es cierto que en una prueba el docente tiene la verdad, es cierto que una prueba responde a determinados objetivos educacionales, es cierto que muchas veces los resultados no reflejan cuanto sabe en verdad un estudiante, todo esto que es parte de la teoría clásica de la evaluación que en Latinoamérica ha sido utilizada para establecer una selección entre los estudiantes, filtrando a aquellos que según el sistema no son aptos para obtener conocimientos de un nivel más elevado.

Claramente una prueba implica desarrollar determinadas condiciones técnicas en su construcción y para su aplicación, dejando un espacio para el azar, el estudiante muchas veces adivina algún tipo de respuestas o simplemente se copia a otro compañero. La evaluación en este caso es mas un suceso que privilegia lo sumativo antes que un proceso que busque centrarse en la enseñanza y el aprendizaje del estudiante.

Ante el caos, un golpe de teoría reveladora…

La evaluación autentica se vislumbra como una gran oportunidad para averiguar que sabe el estudiante, que es capaz de desarrollar que es capaz de proyectar ante un conjunto de métodos que van más allá de la aplicación de mediciones cuantificables. El estudiante por lo tanto desarrolla el conocimiento con sus propios a priori, los desarrolla en conjunto con sus compañeros y profesor en un proceso significativo de aprendizajes retroalimentados de manera continua, la evaluación es por lo tanto un proceso en si mismo colaborativo y multidireccional, el estudiante proyecta el conocimiento en determinadas situaciones requeridas por el profesor situándose en el contexto especifico del acto educativo, con esto todos aprenden, el estudiante, los compañeros, el profesor. La evaluación auténtica debería incorporar momentos para que los estudiantes refuercen sus conocimientos entre ellos mismos.
Es decir hablamos de una evaluación participativa, colaborativa, con una dimensión emotiva, multidireccional y por sobre todo reflexiva y que significativamente no persigue valores numéricos sino conocimientos en la práctica. La evaluación es aquí un proceso y no un suceso.

Pero…

Se presenta el problema en el que chocan la teoría y la práctica, el sistema educativo Latinoamericano y en especial el chileno desfavorece la aplicación de esta teoría, porque como anteriormente ya lo hemos planteado las normas institucionales, las condiciones laborales de los docentes, la poca profundización de esta teoría más allá de la academia no permite conocerla en su totalidad, además el diseño estructural de la educación chilena conduce todos los esfuerzos de los estudiantes hacia la meritocracia, se hace lo contrario a lo expuesto por la teoría de la evaluación auténtica, no hay una preocupación significativa en la práctica de querer acabar con el sistema evaluativo de las pruebas y los exámenes, los nuevos docentes terminan vencidos ante la práctica cotidiana de los docentes más antiguos, la propuesta debe ser clara, debemos integrar directamente en las bases de la educación esta teoría, dándole funcionalidad diagnóstica, formativa y sumativa.
La metodología utilizada en la evaluación no debe ser rígida ni invariable, debe ser innovadora y participativa, debemos ser parte de la realidad de nuestros estudiantes, recociendo sus ritmos de aprendizaje, alentándolos y respaldando su accionar en la búsqueda y descubrimiento de nuevos conocimientos para que estos sean realmente significativos, sin buscar números que reflejen determinadas cualidades, sino que construir en conjunto con ellos conocimientos que nos permitan abrir las alas del pensamiento en comunidad y el desarrollo de conocimientos que nos hagan un pueblo más digno y justo.



“Todo acto educativo es un acto político”.
Paulo Freire.